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Cuando tu terapeuta tiene cuatro patas

¿Sabías que al acariciar a un perro estás ayudando a disminuir los niveles de estrés y ansiedad que hay en tu cuerpo? Los efectos que tienen los animales en nuestras vidas pueden ser muy positivos, no sólo en el ámbito emocional y psicológico, sino que también físico.

La respuesta está en que la frecuencia de nuestras ondas cerebrales asociadas a la disminución de la hormona del estrés (cortisol) se acentúa de manera significativa después de haber pasado un rato acariciando a una mascota, de manera que ayudan a calmarnos y a sentirnos mejor.

Así lo dice un estudio realizado por la psiquiatra Sandra Baker de la Universidad Commonwealth de Virginia (EE.UU.), en el que se demostró que las personas, tanto niños como adultos, que interactúan con animales presentan un comportamiento considerablemente menos ansioso y depresivo. Esta respuesta positiva también repercute en los animales, ya que para ellos, el contacto con humanos, los relaja y les amansa cuando están intranquilos.

Los animales son transmisores de felicidad para sus humanos, lo que en la actual situación de confinamiento sanitario, se trata de un escenario absolutamente favorecedor para que familias enteras o personas solas puedan sobrellevar la situación de reclusión en sus hogares. Los animales constituyen una vía de canalización de emociones y de abrazos, así como un medio para comunicarnos e incluso poder desahogarnos.

Imagina poder convivir con alguien que se preocupa por ti todo el tiempo, sin pedirte más que unas cuantas caricias a cambio, con lealtad y respeto incondicional hacia tu persona y todo lo que te rodea. Se trata de la compañía perfecta para romper timideces y ayudar a recuperar autoestimas y afectos de personas con necesidades específicas. 

Ningún animal juzga por lo que no puedes llegar a ser. Se trata de una verdadera terapia, que incluso expertos psicólogos y psiquiatras han probado con éxito en muchos pacientes. Desde personas con parálisis cerebral, con síndrome de Down o autismo, pasando por tratamientos a la tercera edad o a niños víctimas de violencia de género, donde se consigue reducir la sintomatología asociada con la ansiedad y la depresión que les genera el estrés postraumático. 

En niñas y niños, la tenencia de un perro, por ejemplo, es increíblemente beneficioso para su desarrollo y aprendizaje, pues potencian el manejo de emociones, el autocontrol y las capacidades de concentración y atención. En aquellos con alguna dificultad lectora, si leen en voz alta delante de su mascota refuerzan su seguridad y confianza en sí mismos, ya que las mascotas no se van a reír de cómo lo hacen o si se equivocan.

Los animales transmiten felicidad con mirarlos. Así lo afirma un estudio de la Universidad Azabu de Sagamihara, en Japón. La investigación demostró que los seres humanos incrementan sus niveles de oxitocina (conocida como la hormona de la felicidad) luego de interactuar con ellos. De hecho, sólo basta con mirarlos a los ojos para lograr esta estimulación.

Las interacciones positivas incondicionales y confiables de las mascotas protegen a sus dueños contra la soledad y la depresión. Se estimula la producción de serotonina, dopamina, al mismo tiempo que disminuye el cortisol, un completo antídoto para la depresión.

Tener una mascota en casa fomenta la preocupación y cuidado por los demás, como también las interacciones sociales y nos ayuda a ser más activos porque les gusta jugar y/o pasear. Incluso, en algunos países se estimula la compañía de mascotas en el trabajo, en donde sus dueños y su entorno demuestran estar mucho menos estresados y productivos laboralmente.

Lo anterior provoca que sus dueños también sean más activos físicamente, realizando periódicamente caminatas al aire libre y uno que otro ejercicio cuando se juega con el animal.

Fuentes:

 Diario Independiente

BBCL

El País 

Cope

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