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La naturaleza recupera su espacio con los humanos en cuarentena

Parecen escenas sacadas de alguna película, pero es una realidad. Con la cuarentena en casa, hemos dejado las ciudades más o menos desiertas y la naturaleza recupera poco a poco lo que le corresponde. Primero fue en Venecia, Italia, con las calles vacías y los canales sin góndolas, donde las aguas se volvieron cristalinas y fácilmente se pudo apreciar la aparición de peces y luego, se sumaron los cisnes.

En París, Francia, sin la presencia de seres humanos, ni la circulación habitual de las zonas urbanas, los patos del Río Sena pasearon libremente por las calles y se les pudo apreciar disfrutando de la ciudad solitaria. Algunos se acercaron incluso a la Plaza de la Concordia, habitualmente repleta de turistas. 

En Barcelona, España, el personal de seguridad del campus de la Universidad Autónoma de Madrid mientras hacía su ronda, se encontró con una familia de jabalíes junto a sus crías que merodeaba por las instalaciones, con un total de 13 ejemplares. Y aunque la cercanía y presencia de estos mamíferos por la zona es habitual, ver un grupo así de grande no lo es en absoluto.

En Río de Janeiro, Brasil, desde que comenzó el confinamiento social, lugares que antes eran foco de alta polución marina, causada por las embarcaciones y las aguas residuales industriales, hoy en lugar de las aguas turbias que la caracterizan, se pueden ver aguas cristalinas. Por eso, en la Bahía Guanabara ya se pueden ver peces y tortugas nadar y disfrutar de su paisaje marino.

En Santiago de Chile, pudimos ver cómo un puma recorrió comunas céntricas como Providencia y Ñuñoa, debido al confinamiento. 

Hoy, uno de los fenómenos naturales más hermosos se sitúa en el Parque Nacional de Khao Yai, el más antiguo de Tailandia y que tiene la mayor población de elefantes silvestres de todos los parques nacionales de ese país. Ahí se pavimentó una gran carretera, además de baños y quioscos de comida, una especie de sendero creado para los turistas, que lleva a la cascada Haew Narok. Ruta utilizada previamente por los elefantes del lugar, quienes con el paso del tiempo para tratar de llegar al río, se han apegado lo que más pueden a esta carretera, para lograr su propósito sin ser interrumpidos ni violentados por humanos.

Desde que la pandemia del Coronavirus se aceleró en marzo pasado, este parque cerró sus puertas a los visitantes por primera vez desde que abrió en 1962. Sin los constantes vehículos, ni multitudes que normalmente lo frecuentan, los cerca de 300 elefantes que habitan el parque han podido deambular libremente, aventurándose a tomar caminos que antes estaban llenos de humanos. Y es por ello también, que han aparecido en el lugar, animales vistos en muy pocas ocasiones como el oso negro asiático o el gaur, el bovino más grande del mundo. 

Los cierres derivados de la pandemia han dado a la naturaleza un respiro en todo el mundo. Sin embargo, cuando el confinamiento termine, como esperamos todos que así ocurra, volveremos también a la industrialización y a los altos niveles de contaminación. 

El respiro que actualmente vivimos no es suficiente para que la acción climática se detenga, la emergencia continúa debido a que los gases de efecto invernadero se mantienen en concentraciones nunca antes vistas y perdurarán así por muchos años. Por eso, es importante utilizar este período de cuarentena como aprendizaje para re pensar nuestra forma de vivir, actuar y consumir. 

Todas nuestras acciones impactan en el entorno, en la naturaleza, en los animales, es necesario tomar decisiones que sea positivas para ellos y para nosotros. 

Fuentes:

- New York Times, (2020)

- El País, (2020)

- El Nacional, (2020)

- National Geographic, (2020)

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